Este 25 de julio, Guayaquil conmemora 490 años de Fundación Española, una fecha que recuerda la oficialización de la ciudad como asentamiento colonial, pero también invita a reflexionar sobre su historia previa y los múltiples desafíos que ha enfrentado a lo largo de casi cinco siglos.
Antes de la llegada de los conquistadores, la región donde hoy se levanta Guayaquil estaba habitada por comunidades indígenas como los Huancavilcas y los Punáes, pueblos de notable organización social y habilidades náuticas que mantenían un activo comercio con otras culturas de la costa y la sierra. Estas comunidades resistieron con fiereza la conquista española; de hecho, la fundación de la ciudad no fue un proceso lineal, sino que implicó enfrentamientos, pactos y reorganizaciones.
La fecha oficial de fundación se remonta a 1538, cuando Francisco de Orellana, cumpliendo órdenes de Sebastián de Belalcázar, estableció el asentamiento definitivo de Santiago de Guayaquil, luego de intentos previos fallidos por ataques indígenas y condiciones adversas. Desde entonces, la ciudad se convirtió en un enclave estratégico para el comercio y la construcción naval en la época colonial.
A lo largo de su historia, Guayaquil ha demostrado una enorme capacidad de resiliencia. Ha superado invasiones piratas, incendios devastadores como el Gran Incendio de 1896, epidemias, crisis políticas y económicas, así como desastres naturales asociados a su ubicación costera. Además, fue cuna de la independencia ecuatoriana, ya que el 9 de octubre de 1820 se proclamó la libertad de la ciudad, convirtiéndose en la primera del actual Ecuador en independizarse de la Corona Española.
Hoy, a 490 años de su fundación, la Perla del Pacífico continúa siendo el motor económico del país, con un puerto clave para el comercio exterior, una vibrante actividad industrial y una población diversa que refleja la esencia multicultural de la ciudad. Sin embargo, enfrenta nuevos desafíos como la inseguridad, el crimen organizado, la migración desordenada, la contaminación ambiental y la inequidad social, problemas que exigen soluciones integrales y sostenibles para garantizar su desarrollo.
En medio de las celebraciones, los guayaquileños reafirman su identidad histórica, marcada por la lucha, el comercio y la solidaridad, recordando que, pese a las adversidades, Guayaquil sigue siendo símbolo de trabajo, resistencia y libertad.