Este jueves, una tormenta de arena de magnitud poco habitual sorprendió a los habitantes de Ica. Reportes ciudadanos y videos compartidos en redes sociales mostraron cómo la región fue barrida por vientos del Pacífico que levantaron columnas de polvo, reduciendo drásticamente la visibilidad y obligando a cientos de personas a buscar refugio.
Según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (SENAMHI), el fenómeno corresponde al conocido como viento “paraca”, característico de la costa central. Estos vientos llevan partículas de arena y polvo arrastradas desde el desierto, pueden alcanzar velocidades entre 50 y 60 km/h, e incluso ráfagas puntuales de hasta 90 km/h que derriban estructuras ligeras y afectan severamente la visibilidad.
Consecuencias inmediatas:
- Salud pública: médicos del sector salud advirtieron sobre efectos adversos para personas con enfermedades respiratorias, como asma o alergias, así como niñas, niños y adultos mayores. El polvo en el ambiente puede irritar vías respiratorias, ojos y piel, y empeorar condiciones preexistentes.
- Impacto en el comercio y servicios: varios negocios, incluidos mercados y locales pequeños en ciudades como Pisco e Ica, cerraron anticipadamente para evitar daños por el polvo y la visibilidad limitada. Las clases fueron suspendidas en colegios y entidades como Plaza del Sol y Mega Plaza registraron paralización de actividades cerca del mediodía, según informes locales Andina.
Recomendaciones emitidas por autoridades:
- El Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y autoridades regionales instaron a asegurar puertas, techos y ventanas, especialmente en viviendas y locales con estructuras temporales.
- Se aconsejó evitar el tránsito por calles expuestas durante el evento, mantenerse abrigado y cambiar ropa y enseres contaminados al regresar a casa.
- También se recomendó el uso de mascarillas o pañuelos y reducir la exposición a ambientes con partículas en suspensión.
Esta tormenta recuerda la fuerza del fenómeno paracas, típico en la costa del Perú durante el invierno andino (de agosto a octubre), aunque el cambio climático ha extendido su aparición a otros meses. La combinación de vientos intensos con arena del desierto genera un escenario peligroso para la salud y la actividad económica local, y representa un desafío para la gestión de emergencias en zonas urbanas vulnerables.
En resumen, la tormenta en Ica evidenció la necesidad de contar con protocolos meteorológicos y comunitarios sólidos, que permitan actuar con rapidez tanto en salud pública como en protección de los bienes y servicios afectados.