Irán ha admitido recientemente que sus instalaciones nucleares sufrieron “graves daños” como resultado de los bombardeos efectuados por Estados Unidos e Israel durante un conflicto que se extendió por doce días. La confirmación fue hecha pública por Esmail Baqai, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, en declaraciones a Al Jazeera English, poniendo de manifiesto la magnitud del impacto de los ataques en la infraestructura atómica del país persa.
Esta admisión iraní contrasta con las declaraciones previas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien desde La Haya había asegurado que los sitios nucleares iraníes fueron “totalmente destruidos” y que el programa atómico de Irán había retrocedido “décadas”. Trump había reiterado que el objetivo principal de la operación era impedir que Irán desarrollara armas nucleares, una acusación que Teherán ha negado categóricamente en repetidas ocasiones.
Los ataques se concentraron en ubicaciones estratégicas clave, incluyendo las instalaciones de Natanz, Fordo e Isfahán, consideradas pilares del programa nuclear iraní. No obstante, informes de inteligencia estadounidenses sugieren que, a pesar de la magnitud de los bombardeos, los ataques habrían retrasado el programa nuclear iraní solo unos pocos meses, en lugar de destruirlo por completo, lo que indica la resiliencia de la infraestructura persa.
El conflicto fue particularmente letal, dejando un saldo de al menos 610 civiles muertos y más de 4.700 heridos en Irán, mientras que Israel lamentó 28 bajas. La escalada de violencia incluyó ataques con misiles y drones iraníes contra territorio israelí, a los que siguieron bombardeos estadounidenses contra instalaciones nucleares subterráneas iraníes. Un contraataque iraní posterior a una base militar estadounidense en Qatar, según se informó, fue precedido por una advertencia a Washington, lo que evitó víctimas.
Finalmente, ambas partes han acordado un alto el fuego, cuya efectividad ha sido confirmada por el presidente Trump. Esta tregua marca el fin de un período de intensa confrontación, aunque el impacto a largo plazo en el programa nuclear iraní y en la estabilidad regional sigue siendo un tema de análisis y preocupación para la comunidad internacional.