El ayatolá Ali Jamenei, líder supremo de Irán desde 1989, enfrenta su prueba más crítica con la escalada militar contra Israel, iniciada el 13 de junio de 2025, que amenaza su régimen y su vida. A sus 86 años, con un liderazgo debilitado por la edad y un brazo paralizado desde un atentado en 1981, Jamenei lidia con un conflicto que expone la fragilidad de su sistema político. Israel, tras atacar instalaciones nucleares y eliminar a líderes de los Guardianes de la Revolución, busca impedir que Irán desarrolle armas atómicas, un objetivo que Teherán niega. La ofensiva, que sorprendió a Irán tras años de sanciones económicas, ha debilitado a sus aliados regionales como Hamás, Hezbolá y los hutíes.
La cuestión sucesoria, ya presente por la edad de Jamenei, se acelera con la guerra, según Arash Azizi, de la Universidad de Boston, quien señala que facciones internas manejan cada vez más el régimen. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no descartó un cambio de régimen en una entrevista con Fox News, sugiriendo que el 80% de los iraníes rechaza al gobierno, aunque expertos como Holly Dagres advierten que la población no desea un cambio a costa de sangre. Un plan israelí para asesinar a Jamenei fue vetado por el presidente Donald Trump, pero las tensiones persisten, con Netanyahu afirmando que los iraníes decidirán el destino de su gobierno.
El conflicto expone el error estratégico de Jamenei, quien mantuvo a Irán fuera de guerras directas por décadas, según Jason Brodsky de United Against Nuclear Iran. La oposición, liderada en el exilio por figuras como Reza Pahlavi, hijo del último shah, anima a la resistencia, pero no hay protestas masivas reportadas. Karim Sadjadpour, del Carnegie Endowment, destaca el dilema de Jamenei: una respuesta débil erosionaría su autoridad, mientras una fuerte podría arriesgar su régimen. La falta de unidad en la oposición y el secretismo que rodea al líder complican cualquier cambio inmediato, dejando a Irán en un momento crítico.