Un ambiente cargado de tensión se vivió en la sala del juicio contra Sean ‘Diddy’ Combs, acusado de tráfico sexual y crimen organizado, cuando se presentaron videos de las polémicas fiestas conocidas como “Freak Offs”. Según reportes de la prensa presente en el tribunal, los miembros del jurado mostraron visibles signos de incomodidad al observar extractos de estas grabaciones, correspondientes a eventos supuestamente realizados en el Hotel Trump International de Nueva York.
La proyección de los clips, que duraron entre 20 y 30 segundos, formó parte de la presentación de pruebas de la fiscalía. Aunque los videos completos tienen una duración de 11 y 39 minutos, solo se mostraron fragmentos en una computadora portátil, con los jurados utilizando auriculares. Los registros indican que las grabaciones datan de octubre de 2012 e incluyen la participación de la exnovia de Combs, Cassie Ventura, junto a dos acompañantes masculinos identificados como “The Punisher” y Dave. Los sonidos de música y gemidos fueron audibles incluso desde el asiento del juez, intensificando el ambiente en la sala.
El momento se vio precedido por la decisión del juez Arun Subramanian de retirar a un miembro del jurado debido a inconsistencias en sus declaraciones de residencia, lo que generó objeciones de la defensa de Combs. Los abogados del magnate musical argumentaron que la medida carecía de fundamento y podría interpretarse como discriminatoria, amenazando con solicitar la nulidad del juicio. A pesar de esto, el juez desestimó las objeciones, asegurando que la decisión no estaba basada en cuestiones raciales.
El jurado, que ya había sido expuesto a imágenes fijas y audios relacionados con las fiestas, reaccionó con gestos de malestar, especialmente entre las mujeres presentes. Una jurado de raza negra frunció el ceño visiblemente molesta, mientras otra se llevó la mano a la cabeza, reflejando nerviosismo. La fiscalía espera concluir la presentación de pruebas en los próximos días, mientras Combs, de 55 años, se ha declarado no culpable y enfrenta una posible condena de 15 años a cadena perpetua si es hallado culpable.
