La vida de Anna Kournikova ha experimentado una transformación radical desde sus días como una de las deportistas más mediáticas y fotografiadas del mundo en la década de los 90. Tras un retiro forzado a los 21 años debido a lesiones crónicas de espalda, la extenista rusa ha consolidado una vida profundamente privada en Miami junto al cantante Enrique Iglesias. Esta semana, la pareja volvió a captar la atención pública al conocerse el nacimiento de su cuarto hijo, sumándose a sus gemelos Nicholas y Lucy, de 7 años, y a su hija Mary, de 5 años. A pesar de llevar más de dos décadas de relación, ambos han mantenido un hermetismo constante sobre su estado civil y su cotidianidad familiar, protegidos por un muro de 16 pies en su residencia.
La decisión de Kournikova de alejarse de los reflectores se reforzó tras un incidente de acoso en 2005, priorizando desde entonces la seguridad de su hogar. Aunque a principios de 2025 surgieron rumores sobre su salud tras ser vista en una silla de ruedas por un esguince menor, la deportista ha demostrado una recuperación plena, compartiendo ocasionalmente destellos de su vida como madre en redes sociales. Su legado en el tenis, donde alcanzó el número 1 en dobles y el top 10 en individuales, sigue siendo recordado por abrir camino a nuevas generaciones de jugadoras rusas, mientras ella disfruta de una tranquilidad que contrasta con la intensidad de su carrera juvenil bajo el escrutinio global.
