Kristin Cabot, quien se desempeñaba como jefa de Recursos Humanos en la empresa Astronomer, ofreció su primera declaración pública tras meses de silencio mediático. En una entrevista concedida a The New York Times, la profesional admitió haber cometido un error derivado de una decisión impulsiva durante un concierto de la banda británica Coldplay en Massachusetts. El registro audiovisual del incidente, que alcanzó los cien millones de reproducciones en plataformas digitales, provocó su salida inmediata de la compañía junto al director ejecutivo Andy Byron. Cabot subrayó que, aunque asumió la responsabilidad administrativa de sus actos, el castigo social ha sido desproporcionado en comparación con su trayectoria profesional de más de dos décadas en el sector corporativo estadounidense.
La situación escaló hacia un nivel de hostigamiento crítico, pues la exdirectiva denunció haber recibido aproximadamente seiscientas llamadas diarias y decenas de amenazas de muerte directas contra su integridad y la de sus hijos. Según datos contrastados de la investigación interna, la presión digital obligó a la familia a solicitar vigilancia policial permanente en su domicilio y a restringir cualquier actividad en espacios públicos. Actualmente, Cabot enfrenta un proceso legal de divorcio y se encuentra bajo terapia psicológica junto a su entorno cercano para mitigar los efectos de la cultura de la cancelación. La ejecutiva concluyó señalando que este episodio debe abrir un debate técnico sobre el derecho a la privacidad y el impacto de los algoritmos en la destrucción de reputaciones laborales mediante el escrutinio masivo.
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