La investigación sobre el atentado terrorista en Bondi Beach, Sídney, australia, reveló que uno de los atacantes, Naveed Akram, había sido previamente investigado por la agencia de inteligencia australiana asio en 2019 debido a sus asociaciones personales. Según confirmó el primer ministro australiano, Anthony Albanese, la pesquisa de seis meses se cerró al concluir que no existía amenaza persistente ni riesgo de que Naveed participara en actos violentos, por lo que su nombre no figuraba en las listas de vigilancia antiterrorista antes del ataque. La policía identificó a Sajid Akram, de cincuenta años, y a su hijo Naveed, de veinticuatro, como los responsables del asalto perpetrado mientras la comunidad judía celebraba el primer día de Janucá, causando quince víctimas mortales. Las autoridades encontraron en el vehículo utilizado una bandera asociada a Estado Islámico y varios artefactos explosivos improvisados, incrementando las sospechas sobre la motivación extremista y posibles vínculos con la rama Estado Islámico de Asia Oriental.
Ambos sospechosos, que residían en Sídney y visitaron filipinas el mes anterior, no formaban parte de una célula organizada, según las autoridades, que han descartado la existencia de un tercer implicado. La madre de Naveed relató que su hijo le había dicho que iba de pesca y buceo a Jervis Bay, a 160 kilómetros de la costa. Pese a que el padre, Sajid Akram, poseía licencia para seis armas registradas y participaba en un club de tiro, y Naveed tenía un historial policial “muy limitado”, la policía del estado de Nueva Gales del Sur admitió que no existían indicios previos de que planificaran una acción violenta. El comisionado Mal Lanyon ha instado a evitar especulaciones mientras la investigación exhaustiva avanza para confirmar los motivos exactos y los lazos con organizaciones terroristas internacionales.
