La esperada y lujosa boda entre el fundador de Amazon, Jeff Bezos, y Lauren Sánchez en Venecia ha encendido la mecha de la indignación entre numerosos residentes, que ven en la celebración un símbolo de la “Disneyficación” y la presión del turismo de élite sobre una ciudad ya saturada. Aunque el enlace se prevé entre el 24 y el 28 de junio, las protestas ya se hacen sentir en las calles y canales de la histórica ciudad italiana.
Colectivos ciudadanos, como “No hay espacio para Bezos” (No Space for Bezos), han manifestado su rotundo rechazo a la presencia del magnate, desplegando pancartas con su nombre tachado y prometiendo boicotear el evento. Las denuncias se centran en la privatización de espacios públicos para eventos de alto perfil y el impacto en la vida cotidiana de los venecianos, quienes luchan contra la crisis habitacional y ambiental que genera el turismo masivo. “No queremos que Venecia se recuerde como un escenario postizo para oligarcas”, expresó un activista, advirtiendo incluso con “bloquear los canales con nuestros cuerpos y embarcaciones” para impedir el acceso a los lugares de la celebración.

A pesar del malestar, las autoridades locales han defendido la boda. El alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, ha calificado las protestas de “vergonzosas” y ha asegurado que el evento no generará “ninguna perturbación anormal”, destacando que solo se han invitado a unos 250 asistentes y se respetará la fragilidad de la ciudad. Sin embargo, los manifestantes argumentan que este tipo de eventos exacerban la problemática del turismo descontrolado y alejan a los residentes del centro histórico. La boda de Bezos se suma así a una creciente ola de protestas anti-turismo que se extienden por varias ciudades del sur de Europa.
