Los invitados para la boda del magnate Jeff Bezos y la expresentadora Lauren Sánchez han comenzado a llegar a Venecia, Italia, donde se celebrará el evento este fin de semana. Sin embargo, la fastuosa ceremonia ha generado una ola de protestas entre los residentes y activistas, quienes critican el impacto del evento en la frágil Ciudad de los Canales. Según informes, entre los primeros en llegar se encuentra Ivanka Trump, junto a su esposo Jared Kushner y sus hijos, mientras se espera la asistencia de unas 200 personalidades del cine, la música y la economía, como Oprah Winfrey, Leonardo DiCaprio, Shakira y Elton John.
El evento, que se llevará a cabo entre el 26 y el 28 de junio, ha sido trasladado al Arsenale, una antigua base naval, tras las protestas que obligaron a cambiar la ubicación original en el centro histórico de Venecia. Activistas del movimiento “No hay espacio para Bezos” han convocado una manifestación para el sábado 28 de junio a las 17:00 horas, con el objetivo de bloquear el acceso al evento. Además, grupos como Greenpeace Italia y Extinction Rebellion han desplegado pancartas en lugares emblemáticos, como la Plaza de San Marcos, con mensajes como “Si puedes alquilar Venecia para tu boda, también puedes pagar más impuestos” y demandas de justicia fiscal.
Marta Sottoriva, miembro de una plataforma ciudadana, criticó la explotación de Venecia como un “parque temático” para los multimillonarios, acusando al ayuntamiento de priorizar el turismo de lujo sobre las necesidades de los residentes. La llegada de yates de lujo, como el Ariencè de Bill Miller, y un aumento en el tráfico de jets privados en el aeropuerto Marco Polo han intensificado las tensiones. A pesar de las críticas, las autoridades locales aseguran que el evento, organizado por Lanza & Baucina, no interrumpirá el funcionamiento normal de la ciudad y generará beneficios económicos.
Bezos y Sánchez, quienes se comprometieron en mayo de 2023, han intentado mitigar las críticas donando a organizaciones locales, como la Unesco en Venecia y Corila, destinadas a proteger el patrimonio y el ecosistema de la laguna. Sin embargo, las protestas persisten, reflejando el creciente descontento por el turismo excesivo y el impacto ambiental en una ciudad vulnerable al cambio climático.