Medio siglo después de aterrorizar al mundo entero y consolidarse como un hito del cine de suspenso, “Tiburón” (Jaws), la obra maestra de Steven Spielberg, conmemora su 50 aniversario revelando una vez más la espeluznante historia real que inspiró su trama. Estrenada en 1975, la película no solo redefinió el género de terror, sino que también cambió la percepción pública sobre los tiburones, dejando una huella imborrable en la cultura popular.
Detrás de la ficción de la isla Amity y el temible escualo gigante, se esconde una serie de eventos verídicos que ocurrieron en el verano de 1916 en la costa de Nueva Jersey. Durante dos semanas de julio, una ola de ataques de tiburón sin precedentes sembró el pánico, cobrándose la vida de cuatro personas y dejando a una gravemente herida. Este suceso, que conmocionó a Estados Unidos y llevó a una cacería masiva del depredador, fue la chispa que encendió la imaginación de Peter Benchley, autor de la novela homónima en la que se basó la película.
La frialdad con la que aquellos ataques se desarrollaron, la incertidumbre sobre la especie del tiburón responsable y la impotencia de las autoridades para detener la masacre, crearon un caldo de cultivo perfecto para una narrativa de terror. Spielberg, con su genio cinematográfico, supo capturar esa esencia, utilizando la tensión psicológica y un tiburón mecánico que rara vez se mostraba en pantalla para maximizar el miedo del espectador.
A 50 años de su estreno, “Tiburón” no solo se celebra por su impacto técnico y narrativo, sino también por recordarnos que, a veces, las historias más terroríficas provienen de la realidad. El legado del film perdura, demostrando que el miedo a lo desconocido en las profundidades del océano sigue siendo tan potente hoy como lo fue en aquel fatídico verano de 1916.
