Una revelación impactante sacude el legado de Freddie Mercury: una mujer identificada solo como B., de 48 años y residente en Suiza, afirma ser la hija secreta del icónico líder de Queen, nacida en febrero de 1977 de una relación extramatrimonial con una francesa casada. Su testimonio, detallado en la biografía “Affectueusement, Freddie” de Lesley-Ann Jones, pinta un retrato tierno y humano del cantante, lejos del mito escénico: “Era un papá absolutamente maravilloso, atento, comprensivo y extremadamente protector”.
B. asegura que su concepción fue accidental, fruto de una breve aventura con la esposa de un amigo cercano de Mercury, en un entorno donde el divorcio y el aborto eran tabúes impensables. “Fui concebida por accidente con la esposa de uno de sus amigos cercanos”, escribió a Paris Match, explicando que Mercury sintió culpa inicial pero abrazó la paternidad con “felicidad absoluta”. Aunque lamentaba no poder ofrecer una familia ideal, el secreto se mantuvo celosamente guardado: solo cuatro personas en su círculo íntimo lo sabían, guiados por la filosofía del artista de “vivir feliz, vivir oculto”.

Tres meses antes de su muerte en 1991, Mercury le entregó a B. 17 volúmenes de diarios personales, cartas, fotos y grabaciones, con instrucciones de no leer ciertos pasajes hasta los 25 años. La biógrafa Jones confirma haber consultado estos materiales, pero no hay pruebas públicas disponibles por restricciones legales y de privacidad. B. esperó décadas para abrirlos, y ahora, con la muerte de su padrastro y el hallazgo de documentos durante la pandemia, decidió hablar para preservar la “verdadera” memoria de su padre.
El vínculo entre padre e hija fue discreto pero profundo: encuentros en Suiza, Londres, Múnich y Montreux, donde Mercury encontraba refugio de la fama. “Nos veíamos muy a menudo, y cuando no era posible, hablábamos casi a diario por teléfono. Nunca me dijo ‘adiós’, siempre ‘hasta mañana'”, recuerda B., evocando juegos, conversaciones y una educación musical exigente. En Londres vivían cerca, y en Montreux compartían momentos de intimidad familiar, lejos de los flashes.
¿Qué impulsó a B. a romper el silencio? La película “Bohemian Rhapsody” (2018), que califica de “superficial y distorsionada”, y la venta de objetos personales de Mercury por Mary Austin en 2023, seguida de la de su casa Garden Lodge en 2024. “Me sentí despojada de mi padre, expuesto al mundo bajo su peor faceta”, confiesa. Revelar la historia habría humillado a Austin –su gran amor y heredera principal– y a su padrastro, por lo que priorizó la protección familiar. “Nunca habría expuesto a sus hijos a la prensa, bajo ningún pretexto”.

La controversia no se hace esperar: sin pruebas materiales públicas, el relato genera escepticismo. Mary Austin declaró a The Times no tener conocimiento de una hija ni de los diarios, aunque sin desmentido rotundo. B. responde: “Su declaración fue un shock para mí y no tengo motivos para no creerla”, sugiriendo que Mercury ocultó todo para no herirla. Respecto a la herencia, B. aclara que no figura en el testamento ni recibe royalties; Mercury le aseguró un futuro discreto con cuentas suizas, obras de arte, oro y bonos al portador, sin rastros oficiales.
B. expresa respeto por Austin y por Jim Hutton, pareja de Mercury en sus últimos años, describiendo una relación de lealtad. Desconoce si los miembros de Queen sabían de su existencia, y tras la muerte de su padre, un duelo la alejó temporalmente de la música. Hoy, su objetivo es humanizar al mito: “El personaje Freddie Mercury fue una protección, pero detrás de la leyenda existía una persona profundamente admirable”.


Esta historia reaviva el debate sobre la privacidad de las estrellas y el precio de la fama, recordándonos que, incluso en la cima, Mercury anhelaba una vida de amor y secreto.