El hallazgo de dos cuerpos con señales de ejecución y abandono en un potrero del Distrito Metropolitano ha conmocionado a los quiteños y activado las alarmas de seguridad en la capital. El macabro descubrimiento se produjo en las últimas horas, donde la Policía Nacional confirmó que las víctimas presentaban múltiples impactos de bala, una marca distintiva de los ajustes de cuentas perpetrados por bandas del crimen organizado. Este doble asesinato, por su modus operandi, se suma a la creciente estadística de muertes violentas que azotan a Quito, una ciudad que tradicionalmente mantenía índices de criminalidad más bajos en comparación con las provincias costeras. La ubicación de los cuerpos en un área despoblada o rural sugiere que el crimen fue cometido en otro lugar y el potrero se utilizó únicamente para el abandono, buscando dificultar la labor de investigación de las autoridades.
La Dirección Nacional de Delitos contra la Vida (Dinased) y Criminalística acordonaron la zona para recabar indicios y determinar la identidad de las víctimas, que hasta el momento permanecen sin ser identificadas oficialmente. Las autoridades locales y el Gobierno central han señalado que este tipo de eventos son la manifestación directa de la lucha contra el narcotráfico y las disputas territoriales entre grupos delictivos que buscan consolidar su presencia en las zonas urbanas de la Sierra. Este doble homicidio no solo genera alarma social, sino que también pone en entredicho la efectividad de los operativos de seguridad implementados por el Estado en el contexto del conflicto interno armado, exigiendo una respuesta inmediata y coordinada para frenar el escalamiento de la violencia que amenaza la paz de la capital ecuatoriana.
