Amanda Donaghey emprendió un viaje desesperado a India para recuperar los restos de su hijo, Fiongal Greenlaw-Meek, quien falleció en el accidente del vuelo AI171 de Air India el pasado 12 de junio. El Boeing 787 Dreamliner se estrelló segundos después de despegar desde Ahmedabad rumbo a Londres, dejando 241 víctimas fatales, entre ellas 52 ciudadanos británicos. Fiongal, diseñador de moda y especialista en bienestar espiritual, viajaba junto a su esposo Jamie Meek para celebrar su aniversario.

Tras el accidente, Amanda fue recibida por el equipo de gestión de crisis del Alto Comisionado Británico en Ahmedabad, donde proporcionó una muestra de ADN para identificar los restos de su hijo. Mientras los restos de Jamie fueron repatriados sin contratiempos, el proceso de identificación de Fiongal se tornó complejo y lleno de incertidumbre. Semanas después, las autoridades comunicaron un supuesto “match” genético, lo que llevó a la familia a organizar el funeral el 20 de junio en Reino Unido.
Sin embargo, el alivio duró poco. Una revisión forense posterior, realizada por el coroner británico, reveló que el cuerpo entregado no pertenecía a Fiongal. “No sabemos quién es la persona en ese ataúd”, denunció Amanda, devastada por el error. La familia ahora enfrenta una segunda tragedia: haber enterrado a un desconocido mientras el verdadero cuerpo de su hijo sigue sin aparecer.

Este caso ha expuesto graves fallas en los protocolos de identificación de víctimas en accidentes internacionales. Otras familias también han reportado errores similares, lo que ha generado una ola de denuncias y cuestionamientos sobre la gestión post-tragedia. Amanda continúa su búsqueda, exigiendo respuestas y justicia, mientras el mundo observa con indignación cómo el dolor de una madre se multiplica por errores institucionales.