Desde 2014, al menos 52.000 migrantes han perdido la vida intentando escapar de crisis humanitarias en todo el mundo, según un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) publicado el 29 de abril de 2025. Estas muertes, que representan el 72% de las 74.408 registradas por el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la OIM, reflejan la desesperación de personas que huyen de conflictos, inseguridad y pobreza extrema. La ruta mediterránea, con casi 25.000 fallecidos en 11 años, se consolida como la más peligrosa, seguida por travesías en África y Asia.
Los datos destacan que los migrantes más afectados provienen de países en crisis como Afganistán (5.046 muertos), Myanmar (3.149, muchos rohinyás), Etiopía (1.923), Siria (1.433), Guatemala (792), Venezuela (764) y Haití (593). Más de un tercio de las víctimas (39.000) fallecieron en zonas de conflicto, mientras que 13.500 murieron intentando escapar de ellas, a menudo en rutas peligrosas como el desierto del Sahara o el Tapón del Darién. La directora de la OIM, Amy Pope, subrayó que estas cifras evidencian la falta de alternativas seguras, forzando a los migrantes a arriesgar sus vidas por la supervivencia.
La OIM reporta que el 60% de las muertes se debieron a ahogamientos, y más de dos tercios de las víctimas permanecen sin identificar, dejando a familias sin respuestas. En 2023, con 8.541 fallecidos, se marcó el año más letal, impulsado por naufragios en el Mediterráneo. La organización urge a los gobiernos a incluir a los migrantes en planes de asistencia humanitaria y a invertir en desarrollo para que la migración sea una elección, no una necesidad. Este drama humanitario, agravado por la falta de rutas seguras y el aumento de conflictos, demanda una acción global coordinada para proteger vidas y garantizar la dignidad de los desplazados.
