La exprimera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, ha expresado su profunda consternación ante la demolición del Ala Este de la Casa Blanca por parte de la administración del presidente Donald Trump. Obama calificó el hecho como una “pérdida nacional” y manifestó su dolor, recordando que esa sección del edificio, que alberga la oficina de la primera dama y el centro de recepción de visitantes, es un símbolo y un patrimonio de la nación. Michelle Obama enfatizó que la Casa Blanca no es propiedad del presidente de turno, sino “la casa del pueblo”, sugiriendo que la destrucción de una parte histórica del complejo es una afrenta al patrimonio colectivo.

Este ala, cuya construcción se remonta a 1942, ha tenido un papel crucial en la vida pública y social de la residencia presidencial. La demolición se habría ejecutado en el marco de una serie de remodelaciones impulsadas por la administración Trump y ha generado un fuerte debate sobre el respeto al valor histórico y arquitectónico de los edificios federales con gran significado simbólico. La Oficina de la Primera Dama es un espacio clave que históricamente ha sido utilizado para desarrollar iniciativas sociales y culturales; por ello, la pérdida del Ala Este es vista por Obama no solo como un cambio de infraestructura, sino como una alteración de un espacio con profundo valor histórico e institucional. La reacción de la exprimera dama subraya la polarización que se extiende a la conservación del patrimonio nacional.








