Desde su llegada a La Habana en noviembre de 2024, Mike Hammer, encargado de negocios de Estados Unidos en Cuba, ha desatado la furia del gobierno de Miguel Díaz-Canel con una estrategia diplomática sin precedentes. Hammer ha recorrido la isla, reuniéndose con disidentes como Guillermo “Coco” Fariñas en Santa Clara y Nelva Ortega, esposa del opositor encarcelado José Daniel Ferrer, en Santiago de Cuba. Estas acciones, ampliamente compartidas en redes sociales de la embajada estadounidense, han sido calificadas como “injerencistas” por el régimen cubano, que las considera una violación de la Convención de Viena y una amenaza a su soberanía. El 30 de abril de 2025, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba denunció a través de Alejandro García del Toro una “intensificada subversión política” iniciada tras la toma de posesión de Donald Trump en enero.
La estrategia de Hammer, que incluye encuentros públicos con ciudadanos y opositores, contrasta con la cautela tradicional de los diplomáticos en Cuba, donde el contacto con la embajada de EE.UU. puede acarrear vigilancia o interrogatorios por parte de la Seguridad del Estado. El gobierno de Díaz-Canel, que enfrenta una crisis económica y críticas por la represión de las protestas de 2021, ha advertido que su “paciencia tiene un límite”. La tensión se agrava tras la decisión de Joe Biden en enero de 2025 de retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, un gesto que no ha suavizado las fricciones bilaterales. La postura de Hammer, respaldada por el secretario de Estado Marco Rubio, sugiere un endurecimiento de la política estadounidense hacia Cuba, generando un nuevo capítulo de confrontación diplomática.