Xilin Zhang, residente de New Hyde Park, Long Island, fue multada con hasta 2.000 dólares por reemplazar el césped de su jardín con plantas nativas, calificadas como “horrendas” por el alcalde Christopher Devane. Zhang defendió su jardín por su aspecto natural y su capacidad para atraer mariposas, abejas y pájaros, según CBS News.
Las plantas nativas, que crecen sin químicos y absorben lluvia, son esenciales para la vida silvestre, incluidas aves, y previenen la contaminación del agua, según Audubon y Mindy Germain, comisionada de agua de Port Washington. Sin embargo, el alcalde insistió en que el jardín de Zhang era “demasiado feo” y emitió una citación.
Tras cuatro rondas judiciales, se llegó a un acuerdo: la citación fue desestimada, pero Zhang debe mantener las plantas bajo 1,2 metros de altura. Raju Rajan, de Rewild Long Island, destacó que muchos pueblos fomentan estas plantas para proteger la bahía de la contaminación.
El caso refleja tensiones entre estética tradicional y sostenibilidad. Mientras Zhang y defensores subrayan los beneficios ecológicos de los jardines nativos, las autoridades locales priorizan la apariencia, generando debate sobre el equilibrio entre conservación y normas municipales.