El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ordenó a las fuerzas de seguridad “actuar con fuerza” contra objetivos “terroristas” en la Franja de Gaza, acusando al grupo Hamás de violar el acuerdo de alto el fuego que se había mantenido durante nueve días. La orden se emitió tras registrarse un intenso fuego cruzado entre milicianos palestinos y el Ejército israelí en Rafah, al sur del enclave, lo que las fuerzas castrenses israelíes calificaron como una “flagrante violación” del pacto de tregua mediado por Estados Unidos. En respuesta, el Ejército de Israel ha comenzado a bombardear la zona para “eliminar la amenaza y desmantelar bocas de túneles y estructuras militares” utilizadas para actividades terroristas, poniendo en riesgo la estabilidad regional.
La escalada de violencia tuvo consecuencias inmediatas en la ayuda humanitaria. Tras los bombardeos en Rafah, numerosos camiones cargados con alimentos y productos médicos tuvieron que retornar al lado egipcio de la frontera, y la entrada de estos suministros ha sido suspendida temporalmente. Mientras el ala política de Hamás reafirmó su compromiso con el alto el fuego y acusó a Israel de “fabricar pretextos”, el Ejército hebreo continuó con los ataques. Esta situación ha llevado a ministros israelíes de línea dura a exigir la “reanudación completa de los combates” en Gaza, calificando el acuerdo de tregua con Hamás como una “ilusión”.
