Miles de norcoreanos son enviados a Rusia para trabajar en condiciones de esclavitud, cubriendo la escasez de mano de obra agravada por la guerra en Ucrania, según la BBC. Los trabajadores, confinados en sitios de construcción, enfrentan jornadas de 18 horas diarias, con solo dos días libres al año, bajo vigilancia de agentes norcoreanos.
A pesar de la prohibición de la ONU de 2019, más de 10.000 norcoreanos llegaron a Rusia en 2024, y se espera que la cifra supere los 50.000. La mayoría trabaja en proyectos de construcción, pero también en fábricas de ropa y centros de datos, en violación de sanciones. Sus ingresos son confiscados como “cuotas de lealtad”, dejando solo entre 100 y 200 dólares mensuales, pagados al regresar.
Testimonios de seis desertores revelan abusos: duermen en contenedores infestados o edificios sin terminar, sin acceso a atención médica tras accidentes. Las autoridades norcoreanas refuerzan el control con entrenamientos ideológicos y restricciones de movimiento, reduciendo las fugas a la mitad desde 2022, según expertos.
