Un perturbador incidente ha sacudido a la localidad de Snellville, en el condado de Gwinnett, donde Joseph Carter, de 38 años, fue arrestado por obligar a su hija de 11 años a participar en el robo de una casa y abandonarla dentro cuando los propietarios los descubrieron. El caso, reportado por la Policía del Condado de Gwinnett, ha generado indignación por el uso de una menor en actividades delictivas y la negligencia extrema del padre.
El 7 de mayo, Carter y su hija ingresaron a una vivienda en la cuadra 3000 de Green Valley Drive, aprovechando que los dueños estaban ausentes. Según el informe policial, Carter manipuló a la niña para que lo ayudara a forzar una ventana trasera y entrar a la casa, donde comenzaron a recolectar objetos de valor, incluyendo joyas y dispositivos electrónicos valorados en más de 3,000 dólares. Sin embargo, un vecino alertó a los propietarios tras notar movimientos sospechosos, y estos regresaron inesperadamente.
Al escuchar la llegada de los residentes, Carter huyó por la misma ventana, dejando a su hija atrapada en el interior. La menor, presa del pánico, fue encontrada escondida en un armario por los propietarios, quienes contactaron de inmediato a las autoridades. La niña, visiblemente asustada, confesó a los oficiales que su padre la había obligado a participar, amenazándola con castigos si no obedecía. “Me dijo que no había otra manera de conseguir dinero rápido”, relató la menor, según el testimonio policial.
Carter fue localizado horas después en un motel cercano tras una búsqueda que involucró drones y unidades caninas. Enfrenta cargos por robo en primer grado, abuso infantil, negligencia y abandono de menor, con una fianza fijada en 50,000 dólares. Durante el interrogatorio, el hombre afirmó que actuó por “desesperación económica”, pero no mostró remordimiento por involucrar a su hija ni por dejarla atrás. La fiscalía del condado destacó la gravedad del caso, señalando que “exponer a una menor a un delito y abandonarla en una situación peligrosa es un acto de crueldad inaceptable”.
La niña fue entregada temporalmente al Departamento de Servicios para Niños y Familias de Georgia, que evalúa su custodia mientras se investiga el entorno familiar. Vecinos y organizaciones locales han expresado su apoyo a la menor, recaudando fondos para cubrir sus necesidades inmediatas. “Es desgarrador pensar en lo que vivió esa pequeña; nadie debería pasar por eso, menos a su edad”, comentó María López, una residente que organiza una colecta comunitaria.
El caso ha reavivado el debate sobre la protección infantil y los límites de la responsabilidad parental. Expertos en psicología infantil advierten que la experiencia podría dejar secuelas emocionales duraderas en la menor, quien ahora recibe atención especializada. Mientras tanto, la comunidad de Snellville exige justicia y mayor vigilancia para prevenir que otros niños sean explotados en actos delictivos.
