En un contexto de división opositora, las elecciones regionales y legislativas del 25 de mayo de 2025 en Venezuela, convocadas por el régimen de Nicolás Maduro, han generado controversia. Mientras la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), liderada por María Corina Machado, llamó a la abstención, calificando los comicios de “farsa”, algunos líderes opositores como Henrique Capriles y Juan Requesens participaron, argumentando que el voto es un acto de resistencia. La comunidad internacional y gran parte del antichavismo han cuestionado la legitimidad del proceso por el control del Consejo Nacional Electoral (CNE) por el chavismo.
Henrique Capriles, candidato a diputado, defendió su participación en Caracas, asegurando que “votar es resistir y mantener viva la lucha por la democracia”. Por su parte, Juan Requesens, candidato a la gobernación de Miranda, destacó la dificultad del proceso, pero insistió en que el sufragio es una herramienta para no rendirse. En Zulia, Manuel Rosales, quien busca la reelección, afirmó que participar demuestra que “los venezolanos no se rinden”, a pesar de las críticas de quienes consideran que estas figuras legitiman un sistema viciado.
La PUD reportó una alta abstención, con centros de votación vacíos en varias regiones, reflejando el rechazo ciudadano a un proceso sin garantías democráticas. El régimen desplegó más de 412.000 militares para resguardar los comicios, que incluyen la elección de 285 deputados, 24 gobernadores y 260 legisladores regionales. La inclusión de autoridades para el Esequibo, en disputa con Guyana, ha sido señalada como una maniobra distractora. La división opositora y la baja participación plantean dudas sobre el futuro de la lucha contra el chavismo.
