El Pentágono afirmó que los bombardeos de EE. UU. contra las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán en Irán, realizados el 21 de junio de 2025, fueron un “éxito histórico”, según el secretario de Defensa Pete Hegseth. La operación “Martillo de Medianoche”, que utilizó bombarderos B-2 y bombas antibúnker GBU-57, buscaba neutralizar el programa nuclear iraní, con el presidente Donald Trump asegurando que las instalaciones fueron “completamente destruidas”. Sin embargo, un informe filtrado de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) indica que los ataques solo retrasaron el programa nuclear unos meses, sin destruir las reservas de uranio enriquecido ni las centrifugadoras, que habrían sido trasladadas previamente.
Irán minimizó los daños, afirmando que las instalaciones fueron evacuadas y los materiales retirados antes del ataque, mientras su portavoz Esmail Baqai admitió daños graves pero insistió en la continuidad del programa nuclear civil. En respuesta, Irán lanzó misiles contra bases estadounidenses en Qatar e Irak, con impactos limitados gracias a interceptaciones y evacuaciones previas. La escalada, iniciada por ataques israelíes el 13 de junio, llevó a un alto el fuego acordado el 24 de junio, aunque persisten tensiones con acusaciones mutuas de violaciones.
La comunidad internacional expresó preocupación, con la ONU advirtiendo sobre un “ciclo de destrucción” y países como Rusia y China condenando los ataques como violaciones del derecho internacional. Mientras Trump y Hegseth celebran el operativo, críticos, incluidos demócratas y expertos como Jeffrey Lewis, cuestionan su efectividad, señalando que el uranio enriquecido sigue intacto y que Irán podría reconstruir su programa en menos de un año, bajo escrutinio de EE. UU. e Israel.