La compra de una mansión de 18.5 millones de dólares por parte de Barack y Michelle Obama en Martha’s Vineyard ha generado controversia, con pedidos de investigación a funcionarios estadounidenses por presuntas irregularidades. La propiedad, adquirida en 2019, cuenta con siete dormitorios, ocho baños y acceso a una playa privada, pero la atención se centra en posibles conflictos de interés y falta de transparencia en el proceso de compra.
Críticos, especialmente de medios conservadores, cuestionan la financiación de la mansión, alegando que los Obama, con un patrimonio estimado en 70 millones de dólares tras contratos editoriales y conferencias, podrían haber aprovechado influencias políticas. Se señala a funcionarios locales por supuestamente facilitar la transacción a través de un fideicomiso, lo que generó acusaciones de opacidad en el manejo de permisos y regulaciones.
La polémica también incluye críticas por el discurso de Obama contra la desigualdad, contrastado con esta adquisición de lujo. Aunque no hay pruebas concretas de ilegalidad, los llamados a investigar persisten, enfocándose en la relación entre los Obama y autoridades locales. La familia no ha respondido públicamente a las acusaciones.