El 1 de agosto de 2025, Vladímir Putin, en una reunión con Alexandr Lukashenko en el monasterio de Valaam, abogó por una “paz duradera” con Ucrania que garantice la seguridad de ambos países, ignorando el ultimátum de 10 días de Donald Trump para un alto al fuego, que vence el 7 de agosto. Lukashenko criticó a Trump, afirmando que “dar órdenes no funciona” y que debe actuar con cautela.
Putin destacó avances rusos en Chasiv Yar, Donetsk, tras cruentos combates, negados por Volodímir Zelenski, quien reportó 31 muertos en ataques a Kiev. El líder ruso calificó de positivas las negociaciones de Estambul, especialmente por el canje de prisioneros y la propuesta de tres grupos de trabajo (político, militar, humanitario). Sin embargo, señaló que Zelenski espera un cambio de régimen en Moscú, a lo que respondió que Rusia puede esperar.
Rusia anunció la entrada en servicio del misil hipersónico Oréshnik, con velocidad de Mach 10 y capacidad indetectable, que será desplegado en Bielorrusia en 2026. Lukashenko advirtió que, sin negociaciones, Rusia avanzará hacia Kramatorsk, mientras Putin insistió en “recuperar” territorios.
El enviado especial de Trump, Steve Witkoff, visitará Rusia tras estar en Gaza, buscando romper el impasse antes del plazo. Putin, sin mencionar a Trump, dijo que las decepciones provienen de “expectativas exageradas” y abogó por negociaciones discretas. Las tensiones persisten, con Rusia priorizando sus objetivos de seguridad y avances militares.