El fútbol ecuatoriano vive una doble cara en los torneos internacionales. Mientras en la Copa Libertadores se sigue apostando al peso de clubes consolidados, en la Copa Sudamericana emergen nuevas figuras como Universidad Católica y Mushuc Runa, que representan con orgullo a sus regiones y desafían las lógicas tradicionales del fútbol de élite.
En la actual edición de la Copa Libertadores, Ecuador tiene representantes de jerarquía como Barcelona SC, Independiente del Valle y Liga de Quito. Sin embargo, los resultados no han estado a la altura de las expectativas.
Barcelona ha tenido una fase de grupos irregular, sufriendo en condición de visitante y dejando puntos claves en casa. Independiente del Valle, a pesar de su estilo competitivo, ha tenido problemas y lesiones que le han restado regularidad.
Liga de Quito, campeón vigente de la Sudamericana, no ha podido replicar su mística internacional en una Libertadores mucho más exigente. En resumen, ningún equipo ecuatoriano ha sellado una clasificación anticipada a octavos al momento, y varios dependen de combinaciones en las fechas finales.
La brecha presupuestaria con brasileños y argentinos pesa, y el ritmo de competencia local no parece estar al nivel necesario para sostener campañas profundas en la Libertadores.
En contraste, la Copa Sudamericana se ha convertido en el torneo donde los clubes ecuatorianos de menor presupuesto pueden mostrar orden, esfuerzo colectivo y hambre de gloria. Es allí donde destacan dos nombres con historias opuestas, pero que hoy se hacen oír en el plano internacional.
Universidad Católica es un equipo bien dirigido, con idea de juego clara, que ha sido competitivo tanto en Quito como fuera. Con jugadores como Ismael Díaz, y una defensa sólida, ha mostrado jerarquía ante clubes tradicionales del continente. Su campaña es, hasta ahora, sólida.
Mushuc Runa, desde Ambato y con identidad indígena, representa una de las historias más inspiradoras del fútbol regional. Aunque no tiene una plantilla extensa, ha sido valiente y se ha plantado con dignidad frente a rivales más pesados. Cada partido es una oportunidad de crecimiento institucional y deportivo para el “Ponchito”.
El presente internacional del fútbol ecuatoriano refleja un mensaje claro: no siempre el presupuesto garantiza resultados, y la Sudamericana está permitiendo que equipos con planificación, orden y motivación escriban páginas importantes. Mientras los “grandes” intentan sobrevivir en la Libertadores, los “chicos” demuestran en la Sudamericana que Ecuador tiene talento, mística y futuro más allá de los nombres de siempre.