El Vaticano afirmó el 4 de mayo de 2025 que ya ha resuelto quién confeccionará las vestiduras del nuevo papa, cuya elección comenzará en el cónclave del 7 de mayo tras la muerte de Francisco el 21 de abril. Sin embargo, las sastrerías romanas, con siglos de tradición, no pierden la esperanza de ser elegidas para vestir al sucesor. Talleres como Gammarelli y Mancinelli, históricos proveedores de la Santa Sede, han preparado sotanas blancas en tres tallas (pequeña, mediana y grande) para el nuevo pontífice, manteniendo la expectativa de recibir el encargo oficial tras la fumata blanca.
Raniero Mancinelli, de 86 años, cuya sastrería en via del Borgo Pio ha vestido a Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, trabaja junto a su nieto Lorenzo en trajes hechos a mano, incluyendo la sotana papal, el solideo y la faja. Mancinelli, conocido como “el sastre de los papas”, espera repetir el privilegio, aunque el Vaticano no ha revelado detalles sobre su decisión. Por su parte, Gammarelli, con seis generaciones de experiencia desde 1798, también ha preparado un juego de vestiduras, confiando en su legado de haber vestido a papas como Pío XII y Juan XXIII. Ambas sastrerías, ubicadas cerca del Vaticano, ven el encargo como un honor y una oportunidad económica, dado el prestigio que conlleva.
El proceso, rodeado de secretismo, implica que las vestiduras se entreguen a la Sala del Llanto, donde el nuevo papa se cambia tras aceptar su elección. El Vaticano, según fuentes citadas por Reuters, habría encargado las prendas a un proveedor no revelado, posiblemente fuera de Roma, lo que ha generado especulaciones sobre un cambio en la tradición. Sin embargo, las sastrerías romanas, que también visten a cardenales y clérigos para el cónclave, mantienen la ilusión. La competencia refleja la importancia cultural y simbólica de las vestiduras papales, que deben proyectar humildad y solemnidad en un momento histórico para los 1,400 millones de católicos.
