El 16 de abril de 2016, un terremoto de 7.8 grados devastó la Costa ecuatoriana. Manabí fue la provincia más golpeada, con ciudades como Sucre (Bahía de Caráquez) y Portoviejo prácticamente destruidas. Miles de familias perdieron sus hogares y centenares de vidas se apagaron en cuestión de segundos.
Sin embargo, de la tragedia emergió la resiliencia. Con el paso de los años, tanto Sucre como Portoviejo emprendieron procesos de reconstrucción que no solo transformaron su infraestructura urbana, sino que también reforzaron el sentido comunitario de sus habitantes.
Nuevos proyectos inmobiliarios, la recuperación de espacios públicos y el fortalecimiento de la economía local marcan hoy la vida de estas urbes.
La memoria del terremoto sigue presente en cada aniversario, pero lo que prevalece es la imagen de un pueblo que se levantó frente a la adversidad.
Hoy, Sucre y Portoviejo no solo son ejemplos de reconstrucción, sino también de cómo la identidad manabita se fortalece en los momentos más difíciles.