El 1 de agosto de 2025, Suiza recibió un golpe económico con la imposición de aranceles del 39% por parte de EE.UU., los más altos de Europa y cuartos a nivel global, solo superados por Siria, Laos y Myanmar. El diario Blick comparó la medida con la derrota suiza en Marignano de 1515. Los aranceles, efectivos desde el 7 de agosto, afectan exportaciones clave como farmacéuticos, relojes y maquinaria, tras el fracaso de negociaciones con el gobierno de Donald Trump.
En mayo, la presidenta Karin Keller-Sutter esperaba un acuerdo con una tarifa del 10% tras reunirse con el secretario de Comercio, Scott Bessent, en Ginebra. Sin embargo, una última llamada con Trump no logró evitar el aumento del 31% inicial al 39%. El déficit comercial de US$47.400 millones en 2024 (US$22.000 millones con servicios) fue el obstáculo, según Suiza, aunque Trump ignora los servicios en su cálculo.
Suiza, sexto inversor en EE.UU. con 400.000 empleos creados, eliminó aranceles a productos industriales estadounidenses y prometió inversiones multimillonarias de empresas como Nestlé y Novartis. Sin embargo, equilibrar el déficit es difícil con una población de 9 millones que no consume masivamente productos estadounidenses.
Empresas suizas temen miles de despidos, y el gobierno negocia hasta el 7 de agosto para reducir el impacto. Opciones punitivas, como retirar inversiones o cancelar pedidos de F35, son consideradas, pero la confusión reina. En el Día Nacional suizo, Keller-Sutter expresó decepción, destacando la competitividad del país como causa del castigo. Algunos confían en la innovación suiza para superar la crisis, mientras otros critican la imprevisibilidad comercial de EE.UU.