El 30 de julio de 2025, un terremoto de magnitud 8,8, uno de los más potentes desde 1952, golpeó la península de Kamchatka, Rusia, a 20,7 km de profundidad, seguido de una réplica que activó alertas de tsunami en el Pacífico. El Kremlin, a través de Dmitri Peskov, confirmó que no hubo víctimas fatales gracias a la efectividad de los sistemas de alerta temprana y la evacuación oportuna de zonas de riesgo.
Peskov destacó la preparación tecnológica y la resistencia sísmica de las infraestructuras, que minimizaron el impacto. Los daños materiales fueron leves, incluyendo el derrumbe parcial de una guardería en Petropávlovsk-Kamchatski y la inundación de un puerto y una pesquera en Sajalín, según autoridades locales.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) clasificó este sismo entre los más intensos desde 1900, resaltando su relevancia en registros modernos. La rápida respuesta de los sistemas de alerta evitó una tragedia en una de las regiones más sísmicamente activas del mundo.
La ausencia de víctimas refuerza la importancia de la preparación ante desastres en el Anillo de Fuego del Pacífico. Las autoridades rusas continúan monitoreando la situación ante posibles réplicas, manteniendo la vigilancia en las zonas costeras afectadas.
