Un terremoto de magnitud 6 sacudió el este de Afganistán el domingo por la noche, dejando 2.217 muertos y cerca de 4.000 heridos, según el Gobierno talibán. El sismo, el más letal en la historia reciente del país, se concentró en la provincia de Kunar, donde las operaciones de rescate continúan entre casas destruidas y deslizamientos de tierra. Unas 7.000 viviendas quedaron arrasadas en Kunar, Laghman y Nangarhar, y el número de víctimas podría aumentar.
Cuatro días después, los habitantes de las aldeas montañosas de Kunar, como Mazar Dara, claman por carpas, agua, comida y medicinas. “Necesitamos ayuda urgente”, afirmó Zahir Jan Safi, agricultor de 48 años, a AFP. Los desprendimientos y la falta de infraestructura dificultan el acceso de la asistencia, agravada por recortes en la ayuda internacional a ONGs y la ONU.
Afganistán, ubicado en la unión de las placas tectónicas euroasiática e india, sufre frecuentes sismos. Este desastre llega en un momento crítico, con el país enfrentando una reducción drástica de apoyo humanitario, lo que complica aún más la respuesta a la tragedia.