La administración del presidente Donald Trump anunció el 14 de mayo de 2025 la eliminación de ciertos límites a los “químicos eternos” (PFAS) en el agua potable de Estados Unidos, una medida que activistas y expertos en salud consideran un retroceso significativo para la salud pública. Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), los límites se mantendrán solo para el PFOA y PFOS, dos compuestos ampliamente utilizados en productos como sartenes antiadherentes y espumas antiincendios, mientras que se excluirán los PFAS de nueva generación, como los GenX, y se extenderá el plazo de cumplimiento de 2029 a 2031.
Los PFAS, denominados “químicos eternos” por su persistencia en el medio ambiente, están vinculados a problemas de salud graves, como cáncer, disminución de la fertilidad y trastornos del comportamiento en niños. Investigaciones indican que 158 millones de estadounidenses consumen agua contaminada con estas sustancias, presentes en todo, desde textiles hasta envases de alimentos. La decisión de la EPA, liderada por Lee Zeldin, también elimina el “índice de peligrosidad” para evaluar riesgos acumulativos de mezclas de PFAS, argumentando que busca un enfoque de “sentido común” para facilitar el cumplimiento.
Mientras empresas de servicios de agua celebraron la medida por reducir costos de tratamiento, grupos ambientalistas, como el Environmental Working Group, la calificaron como una “traición” a la promesa de agua limpia. “Esto es un regalo para los contaminadores”, afirmó Melanie Benesh, quien no descarta acciones legales. La flexibilización de las normas, establecidas en 2024 bajo la administración Biden, ha reavivado el debate sobre la prioridad de la salud pública frente a intereses industriales, con llamados a los estados para imponer regulaciones más estrictas.