Las turbulencias severas en aire claro (CAT) han crecido un 55% desde 1979 debido al cambio climático, según Paul Williams, experto de la Universidad de Reading. Se prevé que se tripliquen para 2050, afectando rutas en Asia Oriental y el Atlántico Norte, aumentando el miedo a volar y los costos por desvíos y desgaste de aviones.
Incidentes como los de Singapore Airlines en Myanmar (2024) y United Airlines en Filipinas (2025), con heridos y caos, reflejan el problema. Las turbulencias elevan el consumo de combustible y las emisiones, mientras los pasajeros temen la pérdida de control.
Soluciones emergentes incluyen “flaplets” de Turbulence Solution, que estabilizan aviones ajustando alas, y sistemas de IA que predicen turbulencias mediante simulaciones, como los de Caltech, Nvidia y el KTH de Estocolmo. La NASA prueba micrófonos infrasónicos y Lidar para detectar turbulencias, aunque su uso en aviones comerciales es limitado por tamaño y consumo.
Iniciativas como Turbulence Aware de la IATA y apps como Turbli comparten datos en tiempo real, mejorando predicciones del 60% al 75%. Sin embargo, la falta de datos de viento y su costo frenan avances, mientras la industria busca innovaciones para un problema que combina caos atmosférico y seguridad.