Ucrania y Estados Unidos firmaron el 30 de abril de 2025 un acuerdo para la explotación conjunta de minerales estratégicos, como tierras raras, litio y titanio, tras semanas de tensas negociaciones marcadas por una discusión pública entre los presidentes Volodímir Zelenski y Donald Trump. El pacto crea un Fondo de Inversión para la Reconstrucción, financiado con el 50% de los ingresos minerales ucranianos, destinado a proyectos de recuperación económica. Aunque el acuerdo evita la cesión directa de recursos exigida inicialmente por Trump, no incluye garantías explícitas de seguridad, un punto crítico para Kiev en su defensa contra la invasión rusa.
Para Ucrania, el beneficio principal es la atracción de inversión extranjera, esencial para reconstruir una economía devastada por tres años de guerra. El fondo, gestionado en igualdad por ambos países, promete impulsar sectores como minería, energía y tecnología, según la ministra de Economía, Yulia Svyrydenko. Sin embargo, el 70% de los yacimientos están en zonas ocupadas por Rusia, como Donetsk y Luhansk, lo que limita el acceso inmediato. La ausencia de compromisos militares estadounidenses genera escepticismo, ya que Ucrania esperaba un respaldo más firme para disuadir futuras agresiones rusas, especialmente tras los $175,000 millones en ayuda recibida desde 2022.
El acuerdo, aún pendiente de ratificación por el Parlamento ucraniano, refleja un delicado equilibrio diplomático. Mientras Trump lo presenta como una compensación por la ayuda estadounidense, Ucrania lo enmarca como una alianza para fortalecer su soberanía. Críticos en Kiev temen que el pacto beneficie más a Washington, que busca competir con China en el control de minerales críticos. La firma, celebrada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, como un paso hacia la paz, se produce en un contexto de estancamiento en las negociaciones con Rusia, con una tregua unilateral del Kremlin del 8 al 10 de mayo que Ucrania rechaza.