Venezuela denunció una supuesta agresión por parte de un buque misilístico de Estados Unidos, que habría abordado al pesquero venezolano “Carmen Rosa” en lo que califican como un acto de “piratería en alta mar”. El ministro del Interior, Diosdado Cabello, afirmó que la maniobra, que mantuvo retenida a la tripulación durante ocho horas, es una agresión “ilegal, incorrecta y con una alevosía terrible”. El Ministerio de Relaciones Exteriores detalló en un comunicado que el incidente ocurrió a 48 millas náuticas de la Isla La Blanquilla, dentro de la Zona Económica Exclusiva de Venezuela, y consideró que se trató de una “provocación directa” que busca una “escalada bélica en el Caribe”.
La denuncia venezolana surge en un contexto de creciente tensión, luego de que Estados Unidos desplegara ocho buques de guerra en el Caribe sur para lo que ha definido como operaciones contra el narcotráfico internacional. El presidente Donald Trump anunció que, bajo sus órdenes, las Fuerzas Armadas estadounidenses destruyeron una segunda lancha que presuntamente transportaba drogas y a tres “terroristas venezolanos” en aguas internacionales. Trump advirtió que su gobierno cazará a quienes transporten drogas que puedan matar a estadounidenses. Este es el segundo ataque de este tipo en el mes, luego de que el 2 de septiembre se derribara otra embarcación con supuestos miembros de un grupo criminal venezolano, algo que Caracas ha negado y condenado.
Las fuerzas armadas venezolanas aseguran que monitorearon y registraron el incidente “minuto a minuto”. El gobierno de Nicolás Maduro ha exigido a Estados Unidos que “cese de inmediato estas acciones que ponen en riesgo la seguridad y paz del Caribe”. Mientras Caracas insiste en que las maniobras estadounidenses son una agresión premeditada con fines políticos, Washington las justifica como parte de su estrategia para combatir el narcotráfico. La situación subraya el estancamiento diplomático entre ambos países y el riesgo de que la confrontación en el Caribe se intensifique.