El duelo por la vuelta de octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente de Avellaneda y Universidad de Chile detonó en una brutal ola de violencia en el Estadio Libertadores de América, lo que llevó a la cancelación definitiva del partido por parte de la CONMEBOL.
La tensión se disparó al inicio del segundo tiempo, cuando simpatizantes de la U comenzaron a incendiar asientos, arrojar objetos contundentes, bengalas y bombas de estruendo desde la tribuna superior hacia los seguidores del equipo local.
La situación desbordó el operativo: se reportaron heridos, caída de personas, e incluso conductas de agresión sexual, según testimonios recogidos en medios y redes sociales. Ante la falta de garantías, el árbitro y autoridades decidieron suspender el encuentro y permitir la evacuación, aunque finalmente se optó por cancelarlo por completo.
La CONMEBOL, en un comunicado oficial, responsabilizó al club anfitrión y a los cuerpos de seguridad por la ausencia de condiciones para continuar el juego. El caso fue remitido a los organismos disciplinarios del organismo rector, quienes determinarán el destino deportivo de la serie y las sanciones correspondientes.
¿Qué sanciones enfrentan los clubes involucrados?
Según el reglamento disciplinario, los involucrados podrían enfrentar una batería de medidas: desde multas millonarias hasta la anulación del resultado, deducción de puntos, cierres parciales o totales del estadio, eliminación de la competición e incluso la imposición del triunfo por secretaría (3-0 en contra del responsable).
Además, si la responsabilidad recae directamente sobre un club, este podría ser declarado perdedor de la serie e incluso eliminado automáticamente de la Copa Sudamericana. En caso de que ambos sean hallados culpables, ambos equipos podrían quedar fuera del torneo.
Escala del caos: detenidos y heridos
Las secuelas de una noche de terror saltan a la vista: más de 90 personas detenidas, decenas de heridos —algunos de gravedad— y escenas de brutalidad que expusieron la falta de control en un partido de alto riesgo. Algunos hinchas fueron vistos corriendo descalzos, cubiertos en sangre, mientras vecinos oligaban refugio en sus hogares.
Esta tragedia expone una vez más las graves deficiencias en protocolos de seguridad en estadios sudamericanos y pone en jaque la integridad del torneo. La definición del caso —entre sanciones, eliminaciones o posibles reprogramaciones— queda en manos de la CONMEBOL y sus comisiones disciplinarias.