Un misil iraní impactó un edificio de 10 plantas en Bat Yam, al sur de Tel Aviv, la madrugada del domingo 15 de junio de 2025, dejando al menos ocho muertos y decenas de atrapados bajo escombros, según autoridades locales. El ataque, parte de la escalada entre Israel e Irán iniciada el viernes con la Operación León Naciente contra instalaciones nucleares iraníes, devastó una zona residencial, destrozando ventanas y escaparates en los alrededores. Pese al daño, residentes como Veronica Osipchik, de 33 años, respaldan la ofensiva israelí, aunque admiten el impacto inesperado: “Era necesario, pero no esperábamos que nos afectara así”.
Los misiles balísticos iraníes, más potentes que los cohetes de Hamás o Hezbolá, superaron las defensas antiaéreas de Israel, que suelen interceptar ataques menores. Equipos de rescate lograron liberar a varias personas en las primeras horas, pero al cierre del domingo, tres seguían desaparecidas. “La gente salía cubierta de ceniza y escombros”, relató el paramédico Ori Lazarovich. Residentes como Avi, de 68 años, insisten en continuar la ofensiva: “Si no, nos lanzarán una bomba atómica”. Emil Mahmudov, de 18 años, comparte la postura: “Deberíamos haberlo hecho antes”.
El ataque a Irán, justificado por Israel para frenar su programa nuclear, cuenta con amplio apoyo político. Líderes opositores como Benny Gantz, Avigdor Lieberman y Yair Lapid respaldan la operación, alineándose con el primer ministro Benjamin Netanyahu, quien visitó Bat Yam entre cánticos de apoyo. Sin embargo, el profesor Yossi Mekelberg de Chatham House advierte que la escalada hacia una “guerra en toda regla” podría erosionar el respaldo si aumentan las bajas civiles o se prolonga el conflicto, tras 20 meses de tensiones en Gaza y Líbano.
La población de Bat Yam, un bastión de la coalición derechista, mostró resiliencia. Un panadero local, sentado frente a su negocio destruido para evitar saqueos, apoyó sin dudar la ofensiva contra Irán. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, recorrió la zona prometiendo apoyo a los afectados. Sin embargo, Mekelberg señala que la fatiga bélica y el impacto de ataques como el de Bat Yam podrían desafiar el apoyo popular si las pérdidas civiles crecen o los ciudadanos deben refugiarse por largos periodos.
Netanyahu, en un discurso nocturno, calificó el día como “difícil” y advirtió sobre más retos por venir. La Operación León Naciente, que ha destruido instalaciones militares y nucleares iraníes, intensifica una confrontación que Irán niega, afirmando no buscar armas nucleares. La comunidad internacional observa con preocupación, mientras Bat Yam lidia con las secuelas de un ataque que dejó hogares destruidos y vidas perdidas, pero no ha mermado la determinación de sus habitantes de apoyar la campaña militar.
El conflicto, que desvía la atención de la crisis en Gaza, plantea preguntas sobre la sostenibilidad del apoyo público. “Si hay más bajas, si se convierte en otra guerra interminable, el respaldo podría desvanecerse”, advierte Mekelberg. Mientras Israel refuerza su postura contra Irán, los residentes de Bat Yam, como Veronica, enfrentan la paradoja de apoyar una guerra que los ha golpeado directamente, dejando en el aire cuánto tiempo tolerarán días tan difíciles.
