En la noche del 23 de junio de 1993, Lorena Bobbitt, una joven ecuatoriana de 24 años, llevó a cabo un acto que marcaría su vida y captaría la atención mundial: cortó el pene de su esposo, John Wayne Bobbitt, tras años de abusos físicos, sexuales y psicológicos. El caso, ocurrido en Virginia, Estados Unidos, se convirtió en un fenómeno mediático, pero mientras los titulares se centraban en el sensacionalismo, la historia de Lorena, ahora conocida como Lorena Gallo, revela una lucha por superar el trauma y abogar por las víctimas de violencia doméstica.

Lorena, quien llegó a Estados Unidos con un visado de estudiante, conoció a John, un exmarine, en 1988. Lo que comenzó como un sueño americano se transformó en una pesadilla de maltratos. Según relató en entrevistas, los abusos comenzaron poco después de su boda en 1989, incluyendo agresiones físicas y violaciones. La noche del suceso, tras un nuevo episodio de violencia, Lorena, en un estado de trauma extremo, tomó un cuchillo de cocina, cortó el pene de su esposo mientras dormía y lo arrojó por la ventana de su coche. Horas después, se entregó a la policía. El miembro fue recuperado y reimplantado tras una cirugía de nueve horas.

El juicio, en 1994, atrajo una audiencia masiva. Lorena alegó enajenación mental transitoria debido a los años de abuso, y fue declarada no culpable, aunque fue ordenada a ingresar en una clínica psiquiátrica. John, por su parte, fue absuelto de cargos de abuso sexual en un juicio paralelo, pero su historial posterior, que incluye denuncias de violencia por otras parejas, respalda las acusaciones de Lorena. Mientras él intentó capitalizar su fama con películas porno y apariciones mediáticas, Lorena optó por un perfil bajo, enfrentándose a burlas y estigma.

Hoy, a sus 54 años, Lorena vive en Virginia con su segundo esposo, David Bellinger, y su hija adolescente, Olivia. Recuperó su apellido de soltera, Gallo, y fundó en 2018 la Fundación Lorena Gallo, una organización dedicada a apoyar a mujeres víctimas de violencia de género. A través de charlas en escuelas y universidades, y el desarrollo de una aplicación para brindar recursos a sobrevivientes, Lorena ha transformado su dolor en una misión de ayuda. En 2019, el documental Lorena, producido por Amazon, y en 2020, la película I Was Lorena Bobbitt, donde fue narradora y productora ejecutiva, han permitido que su voz sea escuchada, destacando la gravedad de la violencia doméstica y desestigmatizando a las víctimas. “Si ayudo a una sola mujer a salir de la violencia, mi misión está cumplida”, afirmó Lorena, quien sigue siendo un símbolo de resistencia y lucha contra el maltrato.
