El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el 13 de agosto de 2025 su intención de organizar una reunión con los presidentes ruso, Vladimir Putin, y ucraniano, Volodimir Zelenski, “casi inmediatamente” tras su cumbre con Putin el viernes en una base militar en Anchorage, Alaska. Tras una llamada con líderes europeos, Trump describió el encuentro como un paso clave para explorar un alto el fuego en la guerra que Rusia libra en Ucrania desde 2022. Sin embargo, advirtió que podría cancelar la reunión trilateral si el diálogo con Putin no arroja resultados positivos.
La cumbre en Alaska, enfocada en un posible alto el fuego, ocurre en un momento crítico, con Rusia logrando avances significativos, incluyendo la conquista de 110 km² en 24 horas, según el Instituto para el Estudio de la Guerra. Ucrania ordenó evacuaciones en el este debido al rápido avance ruso, mientras tres personas murieron en Jersón por ataques con artillería y drones. Líderes europeos, como el canciller alemán Friedrich Merz y el primer ministro británico Keir Starmer, insisten en que Ucrania debe participar en cualquier negociación, rechazando concesiones como la cesión de territorios ocupados por Rusia.
Rusia exige que Ucrania ceda cuatro regiones parcialmente ocupadas y Crimea, además de renunciar a la OTAN y al apoyo militar occidental, demandas que Zelenski descarta. Trump, ambiguo sobre sus expectativas, mencionó un posible “intercambio de territorios”, mientras Merz aclaró que Ucrania solo negociará cuestiones territoriales sin reconocer legalmente la ocupación rusa. Con el jefe de la OTAN, Mark Rutte, señalando que la responsabilidad recae en Putin, y soldados ucranianos como Dmytro expresando escepticismo, la cumbre genera esperanzas de paz, pero también temores de resultados desfavorables para Ucrania.
