La Sierra ecuatoriana está marcada por la presencia de imponentes volcanes que han moldeado no solo el paisaje, sino también la vida de las comunidades andinas. El Cotopaxi, el Chimborazo, el Tungurahua y el Cayambe son nombres que resuenan tanto en la historia como en la cultura popular del país.
El Chimborazo, con sus 6.263 metros, es el punto más cercano al sol desde el centro de la Tierra, una particularidad geográfica que atrae a científicos y turistas. El Cotopaxi, por su parte, es uno de los volcanes activos más altos del mundo y un destino frecuente para quienes practican montañismo.
El Tungurahua ha sido testigo de numerosas erupciones que marcaron la vida de Baños y sus alrededores, mientras que el Cayambe es el único volcán del mundo atravesado por la línea equinoccial.
Para los pueblos originarios, estas montañas no son solo formaciones geológicas, sino “apus” o deidades que protegen la tierra y las comunidades. La relación espiritual con los volcanes demuestra que su importancia va mucho más allá del turismo o la geografía.