El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha anunciado que evalúa declarar un “estado de conmoción exterior” en todo el país. La medida, que no tiene precedentes en la historia reciente de Venezuela, es una respuesta directa al despliegue militar de Estados Unidos en el mar Caribe, cerca de las costas venezolanas. Acompañado de los jefes de los principales poderes públicos, Maduro afirmó que busca “el respaldo, la protección y la activación de todas las fuerzas de la sociedad” para hacer frente a “cualquier amenaza o ataque”.
El estado de conmoción exterior, previsto en el artículo 338 de la Constitución de 1999, se decreta en situaciones de conflicto externo. La medida otorgaría al Ejecutivo poderes extraordinarios durante 90 días, prorrogables por 90 más. Entre las facultades que obtendría Maduro se encuentran la movilización de tropas, la restricción de derechos civiles y el control de los medios de comunicación.
Juristas y sectores de la oposición han advertido que esta figura podría ser utilizada para limitar libertades y fortalecer el influencia de las Fuerzas Armadas en la vida política del país. A nivel internacional, la activación del decreto podría intensificar la confrontación con Washington y acarrear nuevas sanciones, al tiempo que fortalecería los lazos de Caracas con sus aliados, como Rusia, China e Irán.
