El presidente de Colombia, Gustavo Petro, generó polémica al atribuir el aumento de la violencia en la costa pacífica ecuatoriana a lo que calificó como un “éxito” de las fuerzas colombianas en impedir la salida de cocaína por su propio territorio.
“Este crecimiento de la violencia en la costa pacífica ecuatoriana tiene que ver con la dificultad para sacar cocaína por el Pacífico colombiano que ha logrado el gobierno y nuestra fuerza pública”, afirmó Petro, sugiriendo que los narcotraficantes habrían trasladado sus operaciones hacia el Ecuador.
Las declaraciones, hechas a través de sus redes sociales, fueron interpretadas como una forma de deslindar responsabilidades y, de hecho, atribuirle a Ecuador las consecuencias de la presión ejercida por Colombia. Petro añadió que “Colombia podría ayudar a Ecuador en estrangular la salida de cocaína por el Pacífico ecuatoriano”, insistiendo en que “no se necesitan misiles, sino coordinación de inteligencias y fuerza pública”.
La afirmación ha sido recibida con malestar entre analistas de seguridad y sectores políticos ecuatorianos, que consideran inapropiado que el mandatario colombiano celebre resultados internos mientras admite que los grupos del narcotráfico se han desplazado hacia territorio ecuatoriano.
Colombia cuenta con una fuerte infraestructura militar en su litoral Pacífico, con bases en Tumaco, Buenaventura y Bahía Málaga, además de estaciones navales y sistemas de radar que han permitido un mayor control del mar territorial, en buena medida gracias a los acuerdos que tenía con Estados Unidos, que desechó Petro.
Desde la década pasada Ecuador comenzó a registrar un incremento sostenido en decomisos de cocaína, sicariatos y atentados con explosivos, especialmente en los puertos de Guayaquil, Esmeraldas y Manta. Expertos del sector estiman que el 40 % de la cocaína que sale del Pacífico actualmente lo hace desde costas ecuatorianas.