La casa ubicada en el lote 45 del barrio privado San Andrés, en Benavídez, partido de Tigre, donde murió Diego Maradona el 25 de noviembre de 2020, no volvió a salir al mercado. Tras el fallecimiento del astro, la propiedad, que había sido alquilada temporalmente, regresó a manos de su dueño, Sergio Giorello, quien ahora la habita con su familia y no tiene planes de venderla o volver a alquilarla. La casa fue el lugar al que Maradona fue trasladado tras ser dado de alta de una operación por un hematoma subdural, con un contrato de alquiler que costó 16,000 dólares por tres meses.
Respecto a la habitación en la que Maradona se alojó en sus últimos días, se confirmó que volvió a su función original. La planta baja del inmueble, que originalmente era un playroom, fue acondicionada como dormitorio para que el exfutbolista, recién operado, no tuviera que usar las escaleras. Dicho espacio, equipado con una cama de dos plazas, TV, sillón masajeador y un inodoro ortopédico, hoy “es un espacio para recreación, ver TV y juegos”, según informaron a Infobae. Lejos del interés mediático que generó el lugar, la familia propietaria mantiene un bajo perfil, mientras la casa permanece ligada al mito de Maradona.
