Una investigación publicada por el diario estadounidense The New York Times revela que una parte significativa del petróleo que Venezuela envía supuestamente hacia Cuba termina finalmente en puertos de China. Según el informe, este esquema de triangulación logística permite a la administración de Nicolás Maduro seguir exportando hidrocarburos a su principal aliado asiático, evadiendo las restricciones y sanciones impuestas por el sistema financiero internacional. La maniobra involucra transferencias de carga en alta mar y el uso de embarcaciones que operan con sus sistemas de rastreo satelital apagados para ocultar el destino real del crudo.
El análisis detalla que, aunque los contratos iniciales figuran como asistencia energética para la isla caribeña, el volumen de crudo excede la capacidad de refinación cubana, lo que facilita el reenvío de los excedentes hacia el mercado chino. Esta red de transporte oscuro se ha vuelto vital para la supervivencia económica del régimen venezolano, que depende de los ingresos petroleros para mantener su estructura de poder. Expertos consultados señalan que esta práctica no solo desafía las políticas de vigilancia de Estados Unidos, sino que también consolida una dependencia estratégica de Caracas hacia Beijing en un entorno global de creciente tensión comercial.
