Raúl “Chato” Padilla, inolvidable por su interpretación de Jaimito el Cartero en El Chavo del 8, habría fallecido en un set de grabación, según revela el libro autobiográfico de Roberto Gómez Bolaños, Sin querer queriendo, publicado en 2006. El actor mexicano, quien también dio vida al Licenciado Morales en el sketch Los Caquitos, murió el 3 de febrero de 1994 a los 75 años, debido a complicaciones derivadas de la diabetes que padecía. Sin embargo, la narración de Chespirito sobre el momento de su muerte ha generado tanto conmoción como debate entre los fans y los medios.
En su libro, Gómez Bolaños relata un episodio desgarrador: “Después de grabar lo estuve esperando en la escalera para demostrarle que yo también podía brincar desde el quinto escalón. Pero no bajaba. Entonces subí para ver si le pasaba algo y lo que pasaba es que ya estaba muerto. Tenía los ojitos cerrados, como si nomás estuviera durmiendo”. Chespirito describe haber encontrado a Padilla sin vida en el set de Los Caquitos, donde interpretaba al jefe de la comisaría. Esta versión sugiere que el actor sufrió un colapso, posiblemente un ataque cardíaco, tras finalizar una escena, y su muerte ocurrió de manera repentina en el estudio.
No obstante, existe controversia sobre esta narrativa. Algunos medios han señalado que la historia podría estar confundida con un pasaje de El Diario del Chavo del Ocho, otro libro de Chespirito publicado en 1995, donde se describe una escena ficticia en la que el Chavo espera a Jaimito para mostrarle un salto, pero lo encuentra “dormido para siempre”. Además, una fuente indica que el propio Gómez Bolaños afirmó en otra ocasión haber recibido la noticia de la muerte de Padilla a través de una llamada de su hijo, lo que contradice la idea de que él mismo lo encontró en el set. Estas discrepancias han llevado a que algunos consideren la historia como una “leyenda urbana” dentro del universo de El Chavo del 8.
Padilla, nacido en Monterrey en 1918, se unió al elenco de Chespirito en 1979 tras la salida de Carlos Villagrán y Ramón Valdés, aportando al programa su carisma y talento cómico. Jaimito, con su frase icónica “Es que quiero evitar la fatiga” y sus nostálgicas referencias a Tangamandapio, se convirtió en un personaje querido por generaciones. Chespirito, en su autobiografía, reflexionó sobre la muerte de Padilla con un tono agridulce, escribiendo: “O quién sabe, porque Jaimito siempre decía que quería evitar la fatiga… o sea que ya evitó la fatiga para siempre”.
El legado de Raúl “Chato” Padilla perdura no solo en la memoria de los fans, sino también en Tangamandapio, Michoacán, donde en 2012 se erigió una estatua de bronce en su honor, agradeciendo al personaje por poner el nombre del municipio en el mapa internacional. Su trayectoria, que incluyó más de 40 películas y participaciones en telenovelas como La Dueña, refleja una vida dedicada a la actuación, desde su infancia en el teatro hasta su trágico final en un set de grabación.
