En un hecho sin precedentes, la selección alemana cayó 2-0 este jueves ante Eslovaquia como visitante —su primera derrota jamás registrada en una eliminatoria mundialista fuera de casa. El marcador se abrió con un tanto de David Hancko al cierre del primer tiempo, tras una pérdida de balón en el mediocampo que dejó a la defensa desorganizada. En la segunda parte, David Strelec sentenció con un disparo colocado con precisión al minuto 55.
El técnico Julian Nagelsmann no ocultó su decepción tras el encuentro, criticando duramente la falta de intensidad emocional en el plantel. “En términos de emociones, el rival estuvo muy por delante de nosotros”, afirmó, cuestionando incluso la prioridad entre calidad y entrega sobre el campo. Nagelsmann incluso sugirió que, de ser necesario, preferiría convocar jugadores menos talentosos pero dispuestos a luchar al máximo.
Técnicamente, Alemania fue superada a pesar de tener la posesión mayoritaria. Su estructura defensiva se mostró vulnerable y el ataque careció de ideas claras. Para colmo, ha perdido tres encuentros consecutivos, incluidos los duelos recientes ante Portugal y Francia en la Liga de Naciones. Además, expertos resaltan un colapso táctico notorio, con roles confusos y poca cohesión, levantando serias dudas sobre el sistema de juego actual.
Con el Grupo A ahora liderado por Eslovaquia, Alemania deberá levantarse rápidamente: su próximo partido es en casa frente a Irlanda del Norte, un rival que viene de vencer a Luxemburgo, y que espera capitalizar el golpe de confianza sufrido por los teutones.
En resumen, la derrota de 2-0 es mucho más que un resultado adverso: es un llamado de atención mayúsculo para una selección acostumbrada a dominar desde su última consagración mundial en 2014.