Un reciente estudio de la Universidad Espíritu Santo (UEES) revela que uno de cada tres jóvenes guayaquileños ha probado un cigarrillo electrónico o vape, y la mitad de ellos son consumidores activos, lo que enciende las alarmas sobre su impacto en la salud pública. En Guayaquil, el acceso fácil a estos dispositivos, disponibles en gasolineras, tiendas y redes sociales por precios desde $10, ha convertido al vapeo en una práctica común entre adolescentes y jóvenes, atraídos por sabores frutales y la percepción de que es menos dañino que el tabaco. María Abad, una joven entrevistada, confesó haberlo usado como escape al estrés, formando un hábito que le costaba $15 semanales, mientras que expertos como la neumóloga Ana María Franco alertan sobre los riesgos de adicción a la nicotina y daños pulmonares irreversibles, especialmente en menores.
La investigación, liderada por el Centro de Investigación de la UEES, señala que el 33% de los jóvenes entre 12 y 24 años en Guayaquil ha vapeado alguna vez, y el 16% lo hace regularmente, influenciados por la publicidad en plataformas como Instagram y TikTok, donde influencers promueven estos productos sin regulación. El mercado de vapes, que incluye dispositivos desechables y reutilizables, ha crecido exponencialmente, con marcas como Elf Bar y Vaporesso disponibles en locales como Ecuavapes.ec, que operan sin restricciones claras en Ecuador. La falta de una normativa específica, sumada a la ausencia de advertencias sanitarias en los productos, agrava el problema, ya que los menores acceden fácilmente a vapes con altos niveles de nicotina, lo que puede derivar en problemas cardiovasculares y respiratorios a largo plazo.
Padres y educadores expresan preocupación por la normalización del vapeo en entornos escolares, donde los dispositivos son vistos como una moda entre los estudiantes. Testimonios como el de una madre que descubrió que su hijo de 15 años vapeaba en secreto destacan la dificultad de controlar esta práctica, que a menudo se esconde tras la fachada de ser una alternativa “segura” al cigarrillo tradicional. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y especialistas como Franco desmienten este mito, señalando que los químicos en los vapes, como el propilenglicol, pueden causar inflamación pulmonar y otros daños. En Guayaquil, las autoridades sanitarias están evaluando medidas para regular la venta y publicidad de estos productos, especialmente tras el aumento de casos de enfermedades respiratorias vinculadas al vapeo en jóvenes.
El estudio también subraya la necesidad de campañas educativas dirigidas a padres y jóvenes para contrarrestar la desinformación sobre los vapes. Mientras el Municipio de Guayaquil y el Ministerio de Salud Pública trabajan en estrategias para limitar su acceso a menores, los expertos instan a los padres a dialogar con sus hijos sobre los riesgos y a estar atentos a señales como cambios de comportamiento o gastos inusuales. Con el feriado del 24 de mayo acercándose, las autoridades advierten que eventos sociales y turísticos podrían incrementar el uso de vapes entre los jóvenes, lo que refuerza la urgencia de una regulación efectiva para proteger la salud de las nuevas generaciones en Guayaquil.