El plan arancelario de Donald Trump, anunciado en abril de 2025, ha generado incertidumbre global, con aranceles del 30% a China y 10% a otros países, afectando drásticamente el comercio. Empresas como Learning Resources, fabricante de juguetes en Illinois, enfrentan costos de importación que pasaron de $2.5 millones a $100 millones anuales, obligándolas a demandar al gobierno estadounidense y trasladar producción a Vietnam e India.
Rick Woldenberg, CEO de Learning Resources, calificó los aranceles como devastadores, forzando un cambio del 16% de su producción fuera de China. Sin embargo, admite incertidumbre sobre la capacidad de las nuevas fábricas en Vietnam e India, un proceso costoso que requiere tiempo y formación. Su demanda legal contra Trump, en trámite, obtuvo un fallo inicial a su favor, pero los aranceles persisten tras una apelación gubernamental.
Empresas canadienses, como Cluck Clucks, enfrentan un doble impacto: aranceles del 25% de EE. UU. y retaliaciones canadienses. La cadena de pollo frito dejó de importar freidoras a presión estadounidenses, limitando su oferta a pollo deshuesado en nuevos locales, mientras planea absorber costos o aumentar precios. En España, Oro del Desierto evalúa reducir exportaciones a EE. UU. por los aranceles del 10%, priorizando otros mercados.
Expertos como Les Brand, de Supply Chain Logistics, destacan que reubicar producción es costoso y requiere pruebas de calidad extensas, afectando márgenes de beneficio. La rapidez de las medidas de Trump agrava el impacto, según Brand, quien critica la falta de gradualidad en la implementación de los aranceles.
La incertidumbre arancelaria obliga a empresas a reestructurar cadenas de suministro, asumir costos o trasladarlos a consumidores, mientras buscan alternativas en mercados menos afectados. Woldenberg resume el desafío: “La esperanza no es una estrategia; tomamos decisiones con la información disponible y vemos qué pasa”.