El próximo mundial de fútbol, que se llevará a cabo en Estados Unidos, México y Canadá, enfrenta un desafío climático sin precedentes debido a las proyecciones de calor extremo. Investigadores y médicos deportivos han alertado que las temperaturas en varias sedes de Estados Unidos podrían superar los umbrales de seguridad para la práctica de actividad física de alto rendimiento. Esta situación pone en riesgo la integridad de los futbolistas, quienes podrían sufrir de agotamiento térmico o golpes de calor durante los encuentros programados en horarios de mayor radiación solar. Asimismo, las autoridades de Estados Unidos deberán implementar protocolos estrictos para proteger a los miles de aficionados que se desplazarán entre las ciudades anfitrionas bajo condiciones ambientales severas.

Las recomendaciones incluyen la implementación de pausas de hidratación más frecuentes y la posible modificación de los horarios de los partidos en las zonas más calurosas de Estados Unidos. La preocupación se extiende a la logística de transporte y las zonas de espera fuera de los estadios, donde la exposición prolongada al sol es inevitable para los asistentes en Estados Unidos. Los organizadores del evento trabajan en planes de contingencia que permitan mitigar los efectos del cambio climático y garantizar un entorno seguro para todos los participantes en Estados Unidos. Se espera que los estadios cuenten con sistemas de climatización avanzados, aunque el reto principal sigue siendo el desplazamiento y las actividades en espacios abiertos durante la temporada estival que caracteriza a esta región.









