Tomado: Agencia ANSA
Pequeñas, productivas y ricas en proteínas: estas son las nuevas variedades de arroz que se están desarrollando para futuras colonias en la Luna y Marte gracias al proyecto Moon-Rice de la Agencia Espacial Italiana (ASI), junto a las universidades de Milán, La Sapienza de Roma y la Federico II de Nápoles.
Los resultados preliminares obtenidos en los primeros nueve meses del programa de cuatro años se presentaron en la conferencia anual de la Sociedad de Biología Experimental, que se está celebrando en Amberes (Bélgica).
Uno de los principales retos en el desarrollo de cultivos para alimentar a los astronautas en misiones de larga duración es el tamaño de las plantas: los cultivos terrestres son demasiado grandes, y las variedades enanas suelen tener dificultades para germinar, lo que las hace menos productivas.
Para superar este obstáculo, “investigadores de la Universidad de Milán están aislando variedades mutantes de arroz que pueden alcanzar una altura de tan solo 10 centímetros, por lo que son realmente diminutas, y este es un excelente punto de partida”, afirma Marta Del Bianco, bióloga vegetal de la Agencia Espacial Italiana.
Al mismo tiempo, Sapienza ha identificado genes capaces de alterar la arquitectura de la planta para maximizar la producción y la eficiencia del crecimiento.
Por otra parte, para compensar la falta de carne fresca en el espacio, el equipo está evaluando la posibilidad de enriquecer el contenido proteico del arroz. Esto se logra aprovechando la experiencia de la Universidad de Nápoles Federico II en cultivos espaciales.
“Simulamos la microgravedad en la Tierra rotando continuamente la planta para que la gravedad la atraiga uniformemente en todas direcciones”, explica Del Bianco.
“Es lo mejor que podemos hacer en la Tierra porque, desafortunadamente, realizar experimentos en condiciones reales de microgravedad, es decir, en el espacio, es complejo y costoso”, agrega.
Disponer de plantas aptas para el cultivo espacial beneficiará el bienestar mental y físico de los astronautas, quienes podrán relajarse cultivando y, al mismo tiempo, tener acceso a alimentos frescos para enriquecer su dieta. Pero las variedades espaciales también podrían ser útiles en la Tierra.
“Si pudiéramos desarrollar un cultivo resistente al espacio, podría utilizarse en el Ártico y la Antártida, en desiertos o en lugares con espacio interior limitado”, concluye Del Bianco.

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